Opera para Todos en Viena

Esta actitud 'abierta para todos' hace que la ópera sea accesible y divertida

Hasta febrero de 2012, ir a la ópera me parecía tan probable como ir al fútbol. Si bien soy amante tanto de la música clásica como del deporte, estas dos prácticas parecían haber llevado las cosas un poco demasiado lejos para mis zonas de confort fácilmente contorsionables. La música clásica, creía, no era lugar para cantar y correr se veía obstaculizado con la introducción de un balón. Así que con este mantra seguí por la vida evitando el contacto con ambos fenómenos. Hasta que mi hermano fue invitado a tocar en Wembley y yo abordé un avión a Viena.

Al leer mi guía en el avión, quedó claro que la música era y sigue siendo una parte enorme de la cultura y herencia de Viena. Asistir al Baile de los Dueños de Cafeterías en mi primera noche en la ciudad me dio toda la prueba que necesitaba de que la música y el baile se celebran con jubilo aquí, y no están restringidos a la élite, como mis preconcepciones me hacían creer.

Mis preconcepciones también se derrumbarían cuando descubrí que no necesitaría subastar mi boleto de avión de regreso para pagar mi boleto de ópera al día siguiente; de hecho, podía ir por meros €3... menos el precio de una pinta de cerveza. Con la oportunidad de ver una actuación en el icónico Teatro de la Ópera del Estado de Viena a un precio tan ridículamente bajo, la decisión estaba tomada.

El Teatro de la Ópera del Estado de Viena de estilo Neo-renacentista fue construido a finales del siglo XIX y se abrió al público en 1869, con una actuación de Don Giovanni de Mozart. Durante la Segunda Guerra Mundial, el edificio fue bombardeado y estuvo a punto de ser totalmente destruido, reabriendo en 1955. Hoy en día, el Teatro de la Ópera de Viena tiene renombre mundial y es conocido como uno de los teatros de ópera más activos del mundo. De hecho, tiene un promedio de alrededor de 200 actuaciones al año y, como tal, emplea a más de 1,000 personas.

Por lo tanto, es obvio que los boletos para las óperas en el Staatsoper pueden venderse por cientos de euros y normalmente necesitan reservarse con anticipación. Los boletos de €3 se lanzan 80 minutos antes de que comience la actuación y vienen con una sola condición: debes estar de pie. No hace falta decir que, por el precio cobrado, esto no parece molestar a nadie y cuando me presenté para hacer fila para mi ingreso, la fila de personas continuaba creciendo. Se permite solo un boleto por persona (para evitar que los grandes grupos vacíen a un individuo) y para asegurarte de que los boletos no se agoten antes de llegar al frente, deberás llegar hasta 40 minutos antes de que abra el mostrador.

Una vez adentro, con tu boleto en mano, los acomodadores te pasan por un pasillo y hacia el hall de entrada principal del teatro. Este pasillo principal es realmente magnífico y las cámaras trabajan a medida que te diriges hacia la escalera y subes a las puertas del teatro. Ten en cuenta que en este punto estás bastante temprano, así que al pasar por las puertas te encuentras con un mar de sillas vacías y, para los ahorradores, una serie de escalones con barandillas acolchadas frente a ellos. La idea es que ates algo a la barandilla frente al espacio en el que deseas estar de pie, y luego puedes pasear hasta que comience la actuación.

Elegí sentarme en mi escalón y observar cómo se llenaba el auditorio debajo de mí. Mientras estábamos sentados en jeans y camisetas casuales, los que ocupaban sus asientos debajo eran claramente mucho más formales, con vestidos largos, trajes e incluso algún esmoquin que aparecía. Sentado abajo me habría sentido totalmente fuera de lugar, sin embargo, desde aquí arriba, absorto en la actitud casual (tanto en la vestimenta como en la asistencia) me sentí relajado.

Saliendo hacia las salas grandiosas en las que los asistentes a la ópera podían relajarse durante el intermedio, me di cuenta más que nunca de cuánto valor proporcionan estos boletos de pie. Por menos que el precio de un trozo de pastel en una cafetería, no solo obtienes más de 2 horas de ópera de clase mundial, sino también la oportunidad de disfrutar del icónico teatro de ópera de Viena, todo sin tener que reservar con meses de anticipación. La disponibilidad de boletos como este significa que realmente no hay excusa para no ir a la ópera en Viena. Ya seas estudiante, turista o local con gusto por la espontaneidad (o presupuestos ajustados), esta actitud 'abierta para todos' hace que la ópera sea accesible y divertida.

Así que con eso dejé el Staatsoper sintiéndome jubiloso. De hecho, aunque no voy a mentir y pretender que voy a ir a la ópera todos los fines de semana, si surge la ocasión de nuevo la tomaré firmemente con ambas manos. Lo que, incidentalmente, es más de lo que puedo decir del portero en un cierto partido de fútbol en Wembley…